Aliento del Cielo
Julia Castro
Por Nuestras Actitudes
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Apocalipsis 22:12
La tierra gime de dolor por nuestra insensatez y nuestra incomprensión, pues el ser humano vive siempre en un estado de inconformidad que nunca se sacia; dando paso a que las pequeñeces tomen el lugar de las cosas que realmente tienen importancia. Cristo nació en la más grande pobreza para enseñarnos cuál debe ser nuestro paso por la tierra, no tuvo un lugar en donde recostar su cabeza y nació en un pesebre; creció recorriendo aldeas, dando vida, sanando, enseñándonos un ministerio de amor para que podamos llegar a los que se encuentran en necesidad y murió entre ladrones y aún así suplicó perdón para todos los que los habían injuriado y maltrado, y aunque no estuvimos ahí presenciando ese horrible crímen somos partícipes ya que su gran amor ha llegado hoy a cada uno de nosotros y en muchos casos no aprendemos de su humildad. El Señor nos enseña en Isaías 46:13 “Haré que se acerque mi justicia ; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sión, y mi gloria en Israel.”
El poder conocer a aquel que sufrió para que nuestros pasos fueran enderezados, es motivo para vivir eternamente agradecidos; pero en muchos casos nuestras actitudes hacen que su corazón sienta una herida punzante, ya que nos olvidamos a quien pertenecemos; su deseo es recompensarnos, pero nuestros errores están a la orden del día. Jesús orando por nosotros le dijo a su Padre “Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son…” Juan 17:9. Siempre pensando en ti y en mi, y recordándole a su Padre el sacrificio que había hecho por cada uno de nosotros, pero en cualquier momento nos olvidamos de este señalamiento tan importante, a quién pertenecemos y cómo debemos ser en todo tiempo. No hay paso que demos que no sea marcado por quien nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Nuestras actitudes ponen entre dicho nuestra obediencia y si realmente nuestra entrega al que nos llamó es real.
Dios nos entregó el mejor de los regalos, a Jesucristo Su Hijo, sin merecerlo y todavía quiere recompensarnos más. Eso implica que hay cosas que tenemos que hacer en el transcurrir de la vida para obtener esos beneficios, sin escatimar los esfuerzos que tengamos qué hacer; pero con las actitudes que no son conforme al deseo de Dios, lo estamos desacreditando y estamos diciendo que él es mentiroso; se hace necesario que pensemos lo que dice el Salmo 18:18-20 “..Mas Jehová fue mi apoyo, Me sacó a lugar espacioso, me libró, porque se agradó de mí. Jehová me ha premiado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.” El salmista pudo decir estas palabras con confianza y con buena actitud, creyendo en el Dios que lo había librado, mi pregunta es ¿Podemos nosotros levantar nuestra voz en actitud de confianza a Dios, creyendo que él va a escuchar nuestros ruegos? ¿Realmente estamos presentando nuestro corazón a Dios en verdadera humillación?. Queremos galardones, queremos recompensas, queremos gloria, fama, portentos, engrandecimientos, sencillamente porque nos sentimos merecedores; pero Dios quiere que nuestra fe y confianza estén solamente en él. Debemos cambiar nuestras actitudes para poder recibir lo que anhelamos. El Señor quiere recompensar a los de humilde corazón, a los que reciben su palabra y las hacen; a los de sencillez de espíritu; a los que lo abordan con integridad y donde no existe el fingimiento. Una actitud conforme a Su corazón; los que aman Su presencia sin impedimento. En Apocalipsis 3:11 el Señor dice “He aquí, yo vengo pronto, retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.” Si no estás dispuesto a deponer tú actitud negligente y soberbia; sino aceptar el regalo de vida que él desea darte podrías perder el derecho a ser recompensado. El fue el más grande de todos y se hizo el más pequeño. Dios te bendiga.