Aliento del Cielo – Julia Castro – GRAN ENCUENTRO

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GRAN ENCUENTRO

“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo par la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”  Joel 2:12-13

Muchas veces nos olvidamos de donde venimos y el tomar lugares preponderantes cambiamos nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, y nuestro corazón se endurece hasta con las personas que más han hecho por nosotros.  Humillamos, herimos, nos volvemos indolentes para demostrarle a muchos que sí podemos hacer o disponer ¡pero que equivocados estamos! Quién no sabe que hubo uno que murió por todos sin hacer acepción de persona, con el cual todos tendremos un encuentro. El ocupar mayor posición que otros, no nos da derecho a enorgullecernos y a ser soberbios; pues delante del Señor eso es pecado ya que todos somos hermanos.  Nuestras acciones son puestas en balanza, es por esa razón que debemos ser cuidadosos de cuál sea nuestra manera de vivir, de ralacionarnos, de comunicarnos con los demás. El Señor nos aconseja y nos insta en Mateo 18:6 “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor es que se colgase al cuello una piedra de molino  de asno, y que se le hundiese  en lo profundo del mar.”   Aquí en la tierra cometemos infracciones y por las mismas tenemos que ver a un Juez, pues él es quien va a determinar el veredicto final por la infracción cometida; esa infracción en algunos casos es fácil, aunque en otros hay que pagar hasta con nuestra propia vida; ya sea en prisión o hasta con muerte; pero a la que me estoy refiriendo es a aquella infracción de la cual tengo que dar cuenta presentándome ante el Tribunal de Dios.  El encuentro con Dios en mi sentencia final depende de mis acciones no sólo seculares; sino también con mi prójimo. Se trata infracciones que llevan a la condenación de nuestra alma; por no querer entender el llamado que Dios hace a mi vida.  Es nuestro Dios el que tiene la potestad de enviarme a donde voy a tener que pasar la eternidad. El ocasionar cualquier tipo de maltrato a nuestros hermanos va a ser castigado severamente.  Es penoso decirlo, pero podría preguntarse por qué hay que maltratar a alguien?. Si reflexionamos bien acerca de ésto la conclusión sería sencilla; en muchos casos porque guardamos raíces de amargura, inseguridades, rencores, autoestima baja, deseos insatisfechos, quizás nuestra relación con el ser amado no fue lo que soñamos, nuestros hijos se tornaron rebeldes y pensamos que convirtiéndonos en verdugos arreglaremos todo lo dañado.  Cuidado! si sientes que algo de ésto te está pasando, arregla cuenta con Dios, pero no pagues tus amarguras con  tu hermano.  En Su palabra está escrito en Mateo 5:22 “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, sera culpable de juicio….”; el mismo Señor hace la salvedad de que el que crea que puede subyugar o maltratar a su hermano tendrá que rendir cuenta de su actitud.  Encontramos un llamado de amor en Joel 2:12-13  “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón….” De la única forma que vamos a cmbiar de proceder y de volver a encontrar mejores oportunidades de una vida agradable delante de Dios, es llegándonos a Dios con corazones sinceros, no cambiando nuestros vestidos; pues él no busca lo externo, sino lo del corazón. Las malas actitudes lo único que hacen es llevarnos a la soledad y quizás terminamos con “imperios” que con muchos esfuerzos se levantaron.  Con nuestras malas acciones y malas actitudes las personas que nos amaban, hoy en día ni siquiera desean estar con nosotros; por muchas razones que tengamos para argumentar, viene el juicio que se celebrará y del cual no vamos a poder escapar. Seremos pesados en balanza y hay de aquel que sea hallado falto (Daniel 5:27). Dios desea que tengamos un encuentro con nosotros mismos, que nos revisemos, para que toda altivez e hipocresía sea quitada de nosotros; aún tenemos tiempo. “Rasgad vuestro corazón, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.”  Joel 2:13.

Pronto  será ese encuentro. No sabemos ni el día ni la hora en que él ha de venir, ni tampoco sabemos el momento en que tengamos que irnos de este mundo; es posible que creas que eres la persona que más sabe, pero para Dios eres el más insignificante, pues no estás haciendo el bien sino ocasionando daños irreparables y para él lo que eres y lo que sabes lo considera basura.  El Señor te dice en Mateo 5:23-24 “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar; y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra tí, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcília te primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Si deseas presentarte aprobado ante el tribunal de Dios, primero ama a Dios y a tu hermano como a tí mismo. Dios te bendiga.