Tripiando en la Pista – Juan Inoa

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Juan Inoa

La Historia Temprana De La República Dominicana

En la víspera de la Navidad de 1492, después de regresar de una fiesta y celebración de dos días con los anfitriones indígenas taíno, la carabela de Colón, la Santa María, se estrelló contra un arrecife unas cuantas millas al este de lo que ahora es Haití, después de que toda la tripulación, a excepción de un niño de 12 años, se quedaron dormidos. Con la ayuda de los taíno, los españoles pudieron salvar los objetos de valor del barco pero el barco en sí se perdió. Antes de partir a España, Colón ordenó que una pequeña fortaleza se construyera con los maderos de la carabela y dejó a un grupo de 39 miembros de su tripulación para que reunieron oro hasta su regreso. Él nombró a esta construcción Fortaleza La Navidad.

Poco después de la salida de Colón a Europa, los colonizadores españoles que se quedaron en La Española comenzaron a pelearse entre ellos, algunos incluso se mataron. Ofendieron profundamente a los Taíno violando a sus esposas y hermanas y obligando a hombres y mujeres a que trabajaran como sus sirvientes, Después de muchos meses de este abuso, un Cacique (Jefe) de nombre Caonabó atacó el asentamiento y mató a los colonizadores españoles. Cuando Colón regresó a la isla con una grande expedición en enero siguiente, quedó estupefacto al enterarse de que todos sus hombres habían muertos y que la recién nombrada Fortaleza La Navidad había sido convertida en cenizas.

El primer asentamiento permanente europeo en la isla de La Española fue Isabella, fundada por los españoles en 1493 en la costa norte de la isla, no muy lejos de lo que ahora es la ciudad de Puerto Plata. Desde ahí los españoles pudieron explotar el oro en el Valle Cibao, ubicado a corta distancia en el interior del país. Los españoles habían traído caballos y perros de Europa, además de armaduras y armas de hierro. También trajeron algunos aliados invisibles: los gérmenes de enfermedades contra las que los Taíno no tenían defensas y que finalmente no fueron capaces de resistir por mucho tiempo. Un grupo de expedicionarios fue enviado a capturar al Jefe Caonabó, el líder del anterior levantamiento y otro batallón fue enviado a derrotar una fuerza unificada de miles de guerreros en el sitio que hoy es conocido como Santo Cerro, después de lo cual los Taíno fueron forzados a hacer trabajos pesados, extrayendo oro bajo condiciones represivas y deplorables.

El hermano de Colón, Bartolomeo, fue nombrado Gobernador del nuevo asentamiento de La Española mientras que Colón continuó con sus exploraciones en la región del Caribe. Después de descubrir oro en la costa sur de la isla, Bartolomeo fundó la ciudad de Santo Domingo en 1496, que sigue siendo la ciudad capital de la República Dominicana. Los españoles estaban celosos del liderazgo de los hermanos de Colón (italianos) y por lo tanto comenzaron a acusarlos de malos manejos cuando se reportaron a España. Estas quejas provocaron que los despojaran de sus posesiones y Cristóbal y sus dos hermanos fueron llevados a España encadenados. Una vez ahí, se volvió evidente que la mayoría de las acusaciones contra ellos habían sido extremadamente exageradas y la Reina Isabel de España ordenó su liberación.

El sucesor de los hermanos Colón como Gobernador de la nueva colonia fue un español de nombre Nicolás Ovando, que decidió tomar acciones proactivas en un intento de pacificar a los taíno de una vez por todas. Dispuso que Anacaona, la viuda de Caonabó y la Cacique más ampliamente respetada de los Taíno (jefa o reina) organizara una fiesta, supuestamente para dar la bienvenida al nuevo Gobernador ( y sus nuevas políticas) a la isla. Sin embargo, cuando más de 80 de los caciques de la isla estaban reunidos en la gran Caney (Palacio) de madera de Anacaona cerca del lugar que es ahora Puerto Príncipe, en Haití, los soldados españoles lo rodearon y le prendieron fuego. Aquellos que no murieron por el fuego fueron brutalmente torturados hasta morir. Después de un juicio simulado en Santo Domingo, Anacaona también fue colgada. Ovando ordenó una campaña similar para matar a todos los caciques tainos en la parte oriental de la isla. Al quedar sólo unos pocos líderes Taíno, la posibilidad de una resistencia futura fue virtualmente eliminada. Fue un patrón que los españoles repitieron en el resto del Continente Americano.