El Vino, Sócrates y Yo
Sergio Ottato
El ‘Rey De Los Vinos’
Se dice que en el mundo de los vinos dulces, el de Tokaji de Hungría es quien reina. Su sabor es tan exquisito que incluso el rey Luis XV lo llamó el ‘rey de los vinos’. Y aunque la consideran como una bebida de dioses, lo cierto es que su sabor se debe a dos razones cuanto menos curiosas: a las capas de roca volcánica que se encuentran bajo las uvas con que se prepara la bebida, y que las mismas tienen que estar podridas, explica el enólogo István Szepsy a la serie de YouTubeGreat Big Story.
Szepsy habla con autoridad sobre el tema. Su familia fabrica vinos dulces en un antiguo viñedo de Mád Village, en la región de Tokaji, desde hace más de 500 años con un proceso que no ha cambiado durante todos esos siglos: tomas uvas furmint, dejas que el hongo botrytis (conocido como ‘putrefacción noble’) rodee los racimos, recoges cada uva una por una, fermentas el jugo prensando los frutos en barricadas de roble y listo, el vino está preparado.
La propiedad de la familia Szepsy cubre 65 hectáreas en seis pueblos. Básicamente produce tres tipos de vino: el seco Furmint, el dulce Szamorodoni y el six puttonyos Aszú. Todos con uvas que han crecido en medio de los restos de piedras volcánicas, hecho que contribuyó a que tengan un sabor especial y muy diferente al de cualquier otro vino. Pero el verdadero distintivo de la producción es el mineral que contienen.
Los racimos y las uvas en la región de Tokaji son grandes y llenas de minerales que obtienen de las rocas volcánicas que hay alrededor y debajo de donde crecen. El vino es muy dulce, pero a la vez muy bebible: «No sientes la dulzura porque el mineral que contiene no es ácido. El contenido mineral está equilibrado con la boca», dice István.
Mientras que lo de la fabricación con uvas podridas es más por tradición, pues de la vez que la princesa de Transilvania Susana Lorántffy (1600 – 1660) no pudo mandar a cosechar las uvas maduras de su viñedo por las constantes guerras contra turcos y germanos y la misma se retrasó. Aquellas frutas se recogieron varios meses después, y tenían un sabor más dulce que las normales, llegando así al sabor inconfundible del ‘rey de los vinos’.