Tripiando en la Pista
Juan Inoa
República Dominicana: Historia moderna
Tras el asesinato de Trujillo, su vicepresidente en ese momento, el Dr. Joaquín Balaguer, asumió el control de la presidencia. Dieciocho meses más tarde, un hombre llamado Juan Bosch, líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fue elegido presidente. El programa socialista de Bosch fue juzgado de ser muy extremo por los Estados Unidos que estaban entonces paranoicos sobre la posibilidad de la expansión del comunismo después de la exitosa revolución de Fidel Castro en Cuba y debido a que el ejército dominicano había mantenido a Trujillo en el poder por tantos años. Los defensores del ejército se las arreglaron para bloquear cada una de las reformas legislativas de Bosch y sólo nueve meses después orquestaron un golpe de estado para despojarlo de la presidencia. En los dos años siguientes al derrocamiento de Bosch, la República Dominicana vivió en un enorme caos político y económico. Este periodo llegó a su clímax el 24 de abril de 1965, cuando la insatisfecha clase trabajadora se alió con una fracción inconforme del ejército, se rebeló y tomó acción para restablecer el orden constitucional. El presidente de los Estados Unidos en aquella época, Lyndon Johnson, ordenó a la marina de los Estados Unidos ocupar la República Dominicana (de nuevo) esta vez bajo el pretexto de que los comunistas eran los responsables por el levantamiento político.
Un año después y con la ayuda de los Estados Unidos, el antiguo líder Dr. Joaquín Balaguer fue nuevamente electo para la presidencia en lo que muchos nativos consideraron como una elección arreglada o fraudulenta. Balaguer permaneció en el poder por los siguientes 12 años, ganando la reelección tanto en 1970 como en 1974. En ambos casos los partidos de oposición afirmaron que las elecciones serían nuevamente fraudulentas por lo que ni siquiera nominaron candidatos para participar en la contienda electoral.
Finalmente, en la elección de 1978, los ciudadanos dominicanos expresaron su deseo de un cambio eligiendo al Dr. Antonio Guzmán del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como el nuevo presidente. Balaguer y sus leales simpatizantes se habían dado cuenta del movimiento pro-PRD durante la campaña y la elección y no estaban dispuestos a dejarse derrotar, intentaron finalizar el conteo de votos para mantener su puesto. Sin embargo, enfrentaron una intensa presión internacional, particularmente del gobierno estadounidense de Jimmy Carter, Balaguer fue finalmente obligado a admitir su derrotar y entregar el poder.
Justo antes de que el periodo de cuatro años de Guzmán terminara en 1982, se suicidó. La mayoría de los historiadores consideran que tomó esa decisión porque se había dado cuenta que algunos de sus familiares cercanos se habían involucrado en masivos esquemas de corrupción y enriquecimiento ilícito de fondos gubernamentales. El Dr. Salvador Jorge Blanco, del mismo partido político, reemplazó a Guzmán como presidente en 1982. Blanco continuó con la sagrada tradición dominicana de otorgar a los miembros de la familia, amigos cercanos y simpatizantes políticos lucrativos puestos en el gobierno. Su periodo en la presidencia de la República Dominicana se vio al final empañado por denuncias de corrupción masiva y apropiación indebida de fondos gubernamentales. Fue declarado culpable más tarde de ambos cargos y sentenciado a 20 años de prisión.
En 1986, después de sentirse profundamente desilusionados por los malos manejos y corrupción de los líderes del Partido Revolucionario (PRD), los ciudadanos dominicanos volvieron a las urnas y nuevamente eligieron al Dr. Joaquín Balaguer. Debido a que los partidos de oposición se encontraban divididos y desorganizados en las siguientes elecciones de 1990, Balaguer fue nuevamente reelecto. Con todos sus años como Presidente de la República Dominicana, se había convertido casi en tan dictatorial como Trujillo.
Durante este mandato de ocho años, la comunidad internacional condenó al gobierno dominicano por su continua explotación de los braceros haitianos (trabajadores de la caña de azúcar). Había sido declarado que miles de estos trabajadores habían sido básicamente puestos a trabajar como esclavos o forzados a realizar trabajos agotadores bajo la supervisión de guardias armados. Sólo se les pagaba unos cuantos centavos por su gran esfuerzo y no se les permitía abandonar sus lugares de empleo. En junio de 1991, bajo la presión internacional, todos los trabajadores haitianos fueron deportados pero se cree que esta práctica continúa ahora debido a la caótica situación de la República Haitiana.
Hasta 2001, el turismo y la manufactura sostenían la economía de la República Dominicana, con un impresionante siete por ciento de crecimiento anual promedio. Además del crecimiento de estos sectores, la República Dominicana, también recibía importantes remesas de dominicanos que vivían fuera del país, la mayoría de los cuales viven y trabajan actualmente en la región de Nueva York y Nueva Jersey.
Incluso con la infinidad de problemas que el país ha enfrentado a lo largo de su historia, en las últimas décadas la República Dominicana se ha desarrollado como una nación razonablemente libre y democrática con una creciente clase media. Las demostraciones políticas se manifiestan abierta y libremente en las calles y los políticos pueden hacer campaña sin ser censurados. Los dominicanos promedio se involucran en el escenario político y los periódicos del país ofrecen información libre y abierta a sus ciudadanos. A pesar de estos avances, el país sigue siendo vigilado por la Policía Nacional y el Ejército que tienden a actuar según los intereses de los políticos que están el poder (aún cuando ningún militar puede votar). De acuerdo con los ciudadanos, la amenaza del uso de la fuerza además de la permanente corrupción generalizada entre los que ostentan el poder son los problemas que aún necesitan superarse antes que la República Dominicana pueda ser considerada como un país con una democracia libre y establecida.