Aliento del Cielo/Julia Castro

0
44

Julia Castro

PODRÁS AMARTE A TÍ MISMO

“Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.” 1ra. Juan 4:21

Cuando visitas una iglesia (donde se habla de Cristo), estoy segura que has escuchado estas palabras de quien está enseñando: “debemos amarnos los unos a los otros”; no está enseñando nada nuevo, pues ya la palabra de Dios lo estableció en los 10 Mandamientos en Éxodo 20; pero lo encontramos registrado como “El gran mandamiento” en Mateo 22:37-39 “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tú corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este el primer mandamiento. Y el segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a tí mismo”. Sabemos lo qué es el amor? Hemos aprendido a amar? son muchas las interrogantes acerca del amor, pero realmente el amor es entregarse a la otra persona sin esperar nada a cambio y ejemplo no nos ha faltado pues Jesús fue a la cruz por tí y por mí, y si no recuerdas por qué, te diré que fue por “amor”. Encontrsamos lo que dice Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.

A veces estamos tan desubicados en cómo relacionarnos con nuestros semejantes y no hemos entendido cuál debe ser nuestra posición ante los demás. Dios nos ama y nos ha dado muestra de ese gran amor, entonces ¿por qué si habiendo recibido de parte de Él ese gran ejemplo, nos comportamos como si Su sacrificio fue para algunos y no para todos?. La realidad es que somos “hermanos”; por lo tanto, hijos de un mismo padre. Si pertenecemos a un mismo tronco ¿por qué maltratarnos? ¿por qué injuriarnos? ¿por qué permitir que la envidia y el egoísmo calcoman nuestro corazón a tal extremo que veamos nuestro hermano como un estorbo para poder avanzar?. Es ahí cuando debemos preocuparnos, pues no tenemos la herramienta principal para vivir una vida de paz, de regocijo, de bienestar con nuestro prójimo y esa herramienta es el “amor”. Encontramos en 1ra. Juan 4:8 “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. Cuando ese conocimiento nos trae consigo la luz resplandeciente de que es Cristo, podemos entender que podemos caminar erguidos y confiados; en la Biblia encontramos en el libro de Juan 8:12 que se nos dice: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Todos tenemos la oportunidad de recibir esa “luz”, la cual nos guiará por caminos de bien sin temor a tropezar; en estos momentos podemos imaginarnos que estamos dando pasos inciertos por un camino oscuro y no sabemos de dónde agarrarnos, pero si encendemos una lámpara inmediatamente nos sentimos seguros, pues ya sabemos por donde vamos. Conocemos Su palabra y como dice el salmista en el Salmo 119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” Cuando no tenemos esa luz que se llama Cristo andamos en una oscuridad permanente, corriendo despavoridos y dispuestos a ensañarnos con cualquiera que se nos atraviese en el camino. Hay que conocer al Cristo de la gloria para que sean abiertos nuestros sentidos y poder hacerles frente a las potestades de los aires, al que quiere destruir nuestras vidas, al engañador, al que nos pone frente a frente con nuestro prójimo para que nos peleemos, a Satanás. Decimos que “nos amamos”, pero las cosas que hacemos demuestran todo lo contrario, podemos leer y mucho más analizar 1ra. Juan 4:19-20 “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto”.  Dios quiere asegurarse que no lo hagamos mentiroso; pues él es AMOR. El gran mandamiento que se resume en Mateo 22:37-39 nos demuestra que no hay diferencia en amar a Dios, éste es el primero y a nuestro prójimo, es el segundo y dice que es semejante certificándonos su igualdad. Cuando te ensañes con tu prójimo NO has reconocido quien es el amor y por ende no has establecido una relación con Dios. Si aceptas el amor de Dios en tú vida, amarás a todos los que te rodean y sobre todas las cosas podrás amarte a tí mismo. Dios te bendiga.