Aliento del Cielo/Julia Castro-LA CRUZ: SÍMBOLO DE LIBERTAD

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Julia Castro

LA CRUZ: SÍMBOLO DE LIBERTAD

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:16-17

No se si en algún momento has pensado cómo sucedió la idea de que viniera Jesús a este mundo y después de ayudar a tanta gente, sanando los enfermos, alimentando multitudes, trayendo paz a muchos, resucitando los muertos, dando vista a los ciegos, reconstruyendo vidas, y lo más grande de todo viniendo a traer la salvación de nuestras almas; cómo fue a morir en una cruz por nuestros pecados. Lo que sucedió fue que el hombre en el huerto Edén al desobedecer a Dios, puso en manos de Satanás la creación y como Dios es perfecto, así mismo todo lo que hace, lo hace perfecto.  Dice Romanos 5:12 y 18 “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.  Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.”  La cruz fue el escenario donde se expuso todo el peso del pecado que recayó en Jesús.  El gran amor de Dios por la humanidad llevó a Su Hijo a padecer por cada uno de nosotros sin él haber cometido ningún tipo de pecado, y sin nosotros merecer que él los padeciera así como dice 1ra. Pedro 3:18 “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu….” y así propiciar el perdón y la reconciliación con Su Padre reinsertándonos de nuevo con él. Desde antes de la fundación del mundo ya Dios sabía que el hombre pecaría y dice en Efesios 1:4 “…..según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,…”. Fue en la cruz donde nuestra vida tomó un nuevo sentido y en donde se consumó nuestra redención. Colosenses 2:14-15 “…anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”

Somos más que privilegiados el haber recibido el amor de Dios en nuestras vidas, que a pesar de nuestras iniquidades y nuestros errores se complace en extendernos su gran misericordia “…sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:7-8.  Todos debemos decir como dijo el Apóstol Pablo en Gálatas 6: 14 “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor

Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” Recibimos el perdón de nuestros pecados a través de mucho dolor y mucho sacrificio, nos resta a nosotros recibir ese inmenso amor de parte de Dios pues él nos amó primero y como dice Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” No existe nada más grande en el mundo que el amor de Dios; que siendo tan indignos, nos envía lo más preciado para él: Su Hijo, sabiendo que no todo el mundo íba a creer en él y aún así no cambia de opinión y sigue con el plan de redimirnos del pecado y otorgarnos no sólo salvación, sino también una vida eterna.  La muerte de Cristo Jesús en la cruz nos demuestra lo importante que somos para Dios; pues su propósito fue que el pecado no nos carcomiera y que el enemigo de las almas no se saliera con la suya de destruir lo que Dios creó. Esa debe ser la razón principal en nuestras vidas, poner nuestra mirada en la cruz que nos trajo la redención y donde el Hijo de Dios derramó toda su sangre para despojarnos de toda esclavitud y hacernos “libres”. “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:17.  Esa sangre derramada aún está fluyendo para alcanzar a todas las vidas que necesitan ese milagro de salvación. Todavía el sacrificio de Jesús está vigente y mientras haya alguien con necesidad de ser libertado, él estará en la mejor disposición de repetirle “aún tengo amor para ti”, y aunque no está en la cruz, ahora está sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros y recordándole a Su Padre por quienes él murió en la cruz. Jesús tomó nuestro lugar y por tanto debíamos ser agradecidos y no desaprovechar la oportunidad que tenemos de ser “libres”. Dios te bendiga.